Ilustración "Por favor, cortéjame (2ª parte). Paracaidistas"
Hola de nuevo. Una vez más, ha aparecido la nueva GayBarcelona (nº 89, febrero
2012), y como ya os adelanté el mes anterior, ésta vez viene con la 2ª parte
del artículo "Por favor, cortéjame" escrito por Gabriel J. Martín
psicólogo de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Barcelona y de Gais Positius. Desgraciadamente
ésta vez, la ilustración que suelo hacer habitualmente para acompañar el
artículo, no llegó a tiempo para ser incluida en la maquetación de la revista,
por lo cual, por 1ª vez desde mi primera colaboración con Gabriel, la
ilustración no ha aparecido acompañando
su texto. Aun así y valorando el tiempo y dedicación empleados para hacer la
ilustración, he decidido compartirla con todos vosotros y agradecer con ello la
oportunidad prestada para colaborar en éste artículo (y por ende, a todos).
Siguiendo el tema que Gabriel iniciaba en la 1ª parte del artículo, en éste
capítulo cierra su reflexión sobre cómo se entiende y vive el cortejo en el “ambiente”
gay, y cómo podemos aprovechar mejor sus posibilidades para así disfrutar más
de la interacción iniciada con la persona deseada haya o no expectativas de ir
más allá.
Para ilustrarlo, ésta vez probé con distintas ideas, aunque la que más
atrajo la atención de Gabriel fue una que a mí, a priori, no me gustaba mucho,
básicamente, porque el boceto inicial dejaba mucho que desear. Aunque el
mensaje quedaba impreso y reflejaba la idea de cortejo a la invitación de seguir
a alguien sin saber qué nos aportará esa oportunidad, estructuralmente, el
diseño resultaba flojo y plásticamente incluso mediocre. Por suerte los bocetos
posteriores que hice mejoraron muchísimo el diseño inicial, dando como
resultado una imagen mucho más dinámica e interesante. Al final, la mezcla de
luces y colores dieron el toque adecuado para que la imagen expresara esa
sensación de “salto al vacío” que afrontamos cada vez que aceptamos seguir a quien
nos tiende la mano para ofrecernos una relación (alguien) por descubrir. Llamé
a la imagen: “Paracaidistas”.
Ésta es la ilustración final: “Paracaidistas”.
Éstos son los dos bocetos principales a partir de los cuales fui desarrollando
la imagen. Como podéis ver, el 1º es mucho más sencillo y pobre. El 2º ya
muestra los trazos iniciales de la idea final.
*Si no habéis leído la 1ª parte del artículo, la encontraréis aquí.
Aquí tenéis la 2ª parte del artículo "Por favor,
cortéjame" de Gabriel J. Martín:
Por
favor, cortéjame (II)
Gabriel J. Martín,
psicólogo de la Coordinadora Gai-Lesbiana y de Gais Positius. Ilustraciones,
Albert Boté.
3. Muestra tus sentimientos.
Como dije antes, a
menudo los gais nos equivocamos escondiendo nuestros sentimientos por temor a
que mostrarlos nos haga vulnerables. Pero lo cierto es que hace falta muchísimo
valor para mostrar la propia vulnerabilidad… y que no hay nada más sexy que
tener ante ti un hombre valiente que se descorre la camisa para mostrarte el
corazón y decirte “si me hieres aquí me dolerá mucho, pero no pienso esconder
cuánto me gustas”.
Maneras de mostrar tus sentimientos son a
través de los detalles y por medio de una comunicación eficiente.
3.a. Detalles.
Vas a trabajar,
son las 7'30 de un jueves. Estás en el portal de casa y al pasar por el buzón y
te das cuenta de que dentro hay una cosa… ¿con lacitos? Abres el buzón y
resulta que es un regalo envuelto. Tiene la forma de un cd, lo abres y es “Make
it big” de Wham. Te quedas muerto porque el pasado domingo estuvisteis hablando
de vuestras adolescencias y de que tú estabas enamorado de George Michael y
tenías todos sus discos incluyendo los de cuando estaba en el dúo con Andrew
Ridgeley pero que -como eran vinilos- ya no puedes escucharlos. Sí, vale que te
los puedes descargar en tu iPod pero ¿y el detalle de haberse recorrido las
tiendas de discos antiguos buscando la edición en cd? Te acaba de decir que le
importas, que presta atención a las cosas que le cuentas, que está dispuesto a
dedicar parte de su tiempo a molestarse por ti... y que quiere que vayas a
trabajar con una sonrisa en la boca en lugar de con legañas en los ojos. Anoche
estuvo en tu portal para dejar el disco en tu buzón sin que te enterases de
nada… sólo porque así tú te llevarías esta sorpresa. Esos son los detalles que
enamoran: ni el más caro ni el más bello sino el que más interés demuestra.
Los
detalles que funcionan surgen de las conversaciones (como lo del disco de Wham)
ya que transmiten el mensaje de “te escucho atentamente porque me importas y
porque lo que estoy descubriendo en ti me gusta”.
También
es importante que los detalles sean desinteresados. Aunque todos sepamos que
-en el fondo- buscamos lo que buscamos, crear una atmósfera de generosidad
ayuda al enamoramiento. Eso sí, si no te sientes correspondido y él no
reacciona ante tu tercer “me gustan los hombres detallistas” mejor no le cojas
más el teléfono porque -probablemente- sus dos neuronas estén peleadas entre sí
y el hombre no dé para más (¡que el señor nos libre de las divas!). El amor
desequilibrado, donde uno pone a cambio de nada, no es amor: es dependencia. Si
no te sientes correspondido háblalo y/o rompe la relación pero no uses los
detalles como chantaje emocional. Es penoso... y a la larga no funciona.
No
olvides que los detalles que funcionan son los detalles que halagan. Si le
regalas un bono para clases de fitness no estás siendo galante, le estás
llamando gordo en toda su cara. Mucho mejor una corbata que haga juego con sus
ojos… para cuando salgáis a cenar ensalada (¿ves? Se puede ser muy sutil).
Las
relaciones no se dan porque sí, se construyen. Nunca una relación funciona bien
sin dedicación y esfuerzo. Los detalles son la muestra de la dedicación y
ayudan a generar los buenos recuerdos que incluso por encima de la
comunicación, como dice Gottman (2000), son la verdadera esencia de una buena
relación. Es muy fácil amar a un hombre detallista. Si para ti los detalles son
importantes, tenlos. Será la manera de expresar que ésas son las reglas con las
que quieres jugar el juego de vuestra convivencia. Tener detalles es un hábito
que se adquiere y siempre estamos a tiempo para adquirir este hábito. Si no
acostumbras, plantéate muy en serio aprender a tenerlos. Serás mejor hombre
porque aprenderás a ser alguien generoso que cuida a las personas que tiene cerca.
Sólo por eso ya merece la pena. Si encima entrenas tu capacidad de galanteo y
hasta llegas a construir una bonita relación ¡ya ni te cuento!
3.b. Comunicación.
Tener detalles, no
obstante, no es suficiente si falla la comunicación entre vosotros. Es más,
hasta puede ser contraproducente porque resultará sospechoso si se da una
contradicción entre lo que se supone que ocurre (que te interesa) y lo que
ocurre realmente (que no te interesa en absoluto porque no le haces ni caso
cuando te habla). Si no te interesa de verdad sé honesto y no disfraces de
galantería tus ganas de “acostarte con él y punto”. Ve al grano, igual él
tampoco te ve como algo más que un polvete y no necesitáis andar enredando.
Vaya
por delante que, cuando hablo de comunicación, no me estoy refiriendo a esas
técnicas huecas que pululan por ahí y que se dedican a entrenar en habilidades
de escucha activa sin llegar a la profundidad del asunto cuando hay un
conflicto. Cuando digo comunicación en este artículo me estoy refiriendo al
hecho de abrirse al otro para poder conocerse y comenzar a construir una
posible relación. No digo “charlar” digo “abrir caminos, derruir murallas”.
El
primer error que debes eliminar de tu cortejo es el de mostrar solamente tu
parte buena. No hay nada más sospechoso que un hombre sin defectos. Si él es un
hombre con sentido común sabrá que todos tenemos luces y sombras, seguramente
hasta habrá asumido las suyas y esperará conocer las tuyas para poder hacer lo
mismo. Si te empeñas en aparentar ser perfecto por aquello de cortejarle, puede
que te quedes a dos velas porque él prefiera a alguien más seguro de sí mismo.
También te puedes encontrar con el caso opuesto: que él espere encontrarse con
un “príncipe azul inmaculado”. En es caso, ¡sal corriendo ahora mismo, este
hombre vive en otro planeta!
Sé
asertivo. La asertividad es un estilo de comunicación (defender la posición
propia sin agredir al otro ni dejarse avasallar por él) así que, si de
comunicar se trata, comunica bien. Te propongo una metáfora: eres su anfitrión
y él llega a tu casa. Le abres tus puertas, le permites entrar a cada
habitación, comentáis la decoración, le sirves los vinos de tu bodega (bueno,
de la despensa), le permites que se sirva de la nevera, que use tu bañera, le
dejas sentirse como en su propia casa. Si él es un buen huésped cuidará de tu
casa como de la suya y hasta te ayudará a limpiar y cocinar. Pero si él es un
aprovechado o se dedica a deteriorar tu casa rompiendo tus muebles, tú no
tendrás reparo en echarlo a patadas si es necesario. Pues eso, en el cortejo
uno abre su mundo interior al otro y le permite conocerlo hasta el mínimo
detalle. Uno da por hecho que ha sabido elegir bien a quién entrega las llaves
de su alma pero si uno se ha equivocado, le muestra al otro el camino fuera de
su vida. Y punto.
4. Y sobre tu
físico…
Este tema siempre
genera controversias aunque –personalmente- no las entiendo. Cuando uno sale a
ligar (no hablemos, cuando pretende
cortejar a otro) siempre quiere presentar una buena imagen. Esto no es
exclusivo de los gais, ni tampoco de mujeres
heterosexuales ni es una imposición “del patriarcado”. ¿Has ido a un baile de
jubilados? Pues acércate a uno y comprenderás muchas cosas especialmente cuando
te cruces con uno de esos señores de 70 años vestidos con traje de rayas y
corbata estampadas (y tufando a Varón Dandy) ¡él piensa que así está
atractivo y lo potencia!
Todos pretendemos mostrar un físico atrayente
y no encuentro nada malo en algo que llevamos en nuestro ADN (los pavos reales
y sus colas, los leones exhibiendo melena…). Otra cosa es que te obsesiones con
que no cumples unos cánones estéticos que son bastante irreales. Aquí no
estamos hablando de un problema severo como una anorexia u ortorexia, aquí
estamos hablando de cosas mucho menos importantes. Todos tenemos nuestro
atractivo y todos los gais tenemos nuestro público. Si quieres trabajarte el
cuerpo en el gimnasio porque no te gustan los michelines, adelante. Si
prefieres cuidar más tu estilo vistiendo porque te gusta verte con ropa bonita,
adelante. Si quieres acudir a un profesional para que te asesore en temas de
imagen, adelante. Fíjate que siempre he hecho referencia a gustarte tú a ti
mismo y que tú seas el primero en mirarte al espejo y gustarte. Mi amigo
Antonio Garrido[1] siempre
me dice: “lo importante es que la persona se vea bien a sí misma y –para eso-
lo mejor es que el mensaje que transmite con su imagen sea el mensaje que
quiere transmitir con su personalidad”. Creo que ahí está el quid de la
cuestión: que tu imagen transmita quién eres tú realmente, no que te conviertas
en una caricatura de Brad Pitt. Hay que ser uno mismo hasta en el corte de
pelo.
Y todo esto sin hablar de que en nuestra
comunidad todos tenemos nuestro público. Hay gais a los que sólo les gustan los
hombres de más de 120 kilos de peso. Hay a quien le gustan sólo los hombres de
más de 60 años, a quien le gustan delgadísimos, a quien le gustan calvos o
rapados. Y, los que más demanda tienen, son los hombres con sentido del humor.
III. En resumen.
Cortejar supone
poner todo tu empeño en mostrarle a ese otro hombre lo orgulloso que puede
sentirse de ti. Supone hacerle ver lo mucho que le excitas, lo mucho que
disfruta del tiempo que pasa a tu lado. Cortejar supone hacerle ver que estás
deseando conocerle mucho mejor.
A
partir de aquí surge el noviazgo, donde dos hombres exploran sus
características para evaluar si funcionarían juntos. En este sentido es bueno
recordar que no existen estándares de hombre ideales, sino compatibilidades
entre dos novios: lo que con unos funciona, con otros es un desastre. Recuerda
que las personas no nos definimos por listados de características sino por dónde
nos situamos entre dos puntos y en esos
puntos medios es donde debemos buscar nuestra compatibilidad. ¿Él es un
urbanita al que le gusta salir al campo los fines de semana? ¿Le gusta el sexo
muy cañero y a la vez es un romántico que baila boleros? Todos tenemos este
tipo de paradojas porque nadie está en el extremo de nada. Entre dos polos
opuestos, la mayoría de nosotros nos movemos en algún punto intermedio. ¿Su
punto intermedio es similar al tuyo? ¿Son compatibles? En la vida nunca se trata
de elegir entre mar y montaña, sino de decidir cuántas veces vamos al mar y
cuántas a la montaña. No es que seamos contradictorios, es que -en el ser
humano- no existen los extremos (bueno sí, pero son patológicos).
Conocerse
supone dedicación. A menudo pensamos que perderemos el tiempo, ¡todo lo
contrario!: Algunos estudios demuestran que son suficientes 15 minutos para que
seamos capaces de evaluar si un hombre nos interesa. Conoce hombres, queda con
ellos y repite con los que han captado tu interés, muéstrales el tuyo y no te
conformes con una relación de cortejo desequilibrada. El amor es asertivo ¿tú
lo eres? Pues muestra al mundo la clase de galán que llevas dentro y corteja al
hombre de tus sueños (aunque haya varios hombres de tus sueños a lo largo de tu
vida).
El
cortejo entre dos gais es precioso, es la seducción entre dos seductores que
desean seducir y ser seducidos. Es algo realmente intenso y vibrante,
emocionante. De fuegos artificiales. No te conformes con menos.
Supermán
te pondría el mundo a tus pies. A veces no cortejamos a alguien porque algo muy
en el fondo de nosotros mismos nos dice que no tenemos mundo alguno que poner a
los pies de nadie, que nuestra vida tampoco es tan interesante. No te
equivoques: no compares tu vida con la de ningún otro. Quizá el mundo que él
quiera bajo sus pies sea una ventana al patio de luces bajo la que sentaros a
beber tu té de especias o esos viajes de fábula que tú rebuscas en esas webs
que casi ninguno conoce. O sentir que nadie en todo el planeta le hace reír
como lo haces tú… ¿volar? ¿Quién quiere volar pudiendo vivir a tu lado?
Para saber más:
Clubes de solteros
gais: www.singlesgay.es
Garrido, A.
(2011). Anécdotas de peluqueros. Libros Cúpula. Barcelona.
Gottman, J. &
Silver. N. (2000). Siete reglas de oro para vivir en pareja. Barcelona.
Mondadori.
Fisher, H. (2004).
Por qué amamos, naturaleza y química del amor romántico. Buenos Aires. Taurus.
Fisher, H. (2007).
Anatomía del amor. Madrid. Anagrama.
[1] Antonio sabe una enormidad sobre imagen ¡y counselling! Ha escrito un libro
sobre anécdotas de peluquería que merece la pena leer, ¡nunca me había reído
tanto como con la “ladrona de visones”!
*El resto de artículos escritos por Gabriel J. Martín con lo que he colaborado, los encontraréis con sus respetivas ilustraciones en éste mismo blog.
* Recordad que si no tenéis a vuestro alcance la edición impresa de la revista, podéis descargaros ésta y otras ediciones pasadas en www.gaybarcelona.net/revista/.
Las ilustraciones "Por favor, cortéjame (2ª parte). Paracaidistas", "Por favor, cortéjame (2ª parte). Paracaidistas (boceto1)" y "Por favor, cortéjame (2ª parte). Paracaidistas (boceto2)" son propiedad de Albert Boté, y se encuentran bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en http://albertbote.blogspot.com.
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